domingo, 13 de diciembre de 2009

Practicando mi narrativa

Advertencia: Los hechos que a continuación se detallan pertenecen a la vida real, algunos pasajes y lugares han sido cambiados para protección de la privacidad del autor; no se ha hecho mención a ningún nombre en el transcurso de la historia para evitar herir susceptibilidades, pero más porque varios de los protagonistas no se merecen que se les suba el ego. El autor no se hace responsable si alguien se sintiera identificado o aludido con las situaciones o personalidades descritas ya que esto obedece a un simple ejercicio de redacción artística, y porque ha decir verdad ¡NO LE IMPORTA!


Mientras me maravillo con la narrativa de Doris Lessing, pienso en si algún día llegaré a escribir tan bien como ella, avanzo las paginas de su novela “La buena terrorista” y me detengo a recordar la prosa de García Márquez, las incomprensibles enseñanzas de Deepak Chopra astutamente plagiadas de historias que datan de hace centenares de años de sabiduría Hindú, y las ridiculeces del excesivamente admirado Paulo Cohelo; pero todos ellos con un estilo propio que va de lo genial, en el caso del bien ponderado “Gabo”, hasta lo que raya en el limite de lo huachafo y cursi como los otros dos en mención, y muchos y distintos charlatanes vendedores del secreto de la felicidad con cebo de culebra y cerebro de hormiga. ¿En cual estilo cuajo yo?…espero en el genial, pero como ya se sabe “LA PRACTICA HACE AL MAESTRO”, así que empecemos con el ensayo de prueba y error. Por favor no sean tan duros conmigo…

......

Después de casi cinco años nos volvíamos a encontrar, esta vez en la fría ciudad de Lima, el se veía mucho más gordo de lo que recordaba, y ya sea producto de una reciente depresión o problemas crecientes de astigmatismo lucía algo mas agradable a mi vista, o es que me había vuelto menos exigente. Años atrás solo “me cayó bien”, alguien que acepté conocer de entre el montón “para no aburrirme”, una persona agradable, rescatable del envolvente frenesí de hacer nuevos amigos, y aunque simpático y ameno, un conocido mas de índole asexuado.

Luego de mensajes inesperados, timbraditas de entre Pisco y Nazca, saluditos de cumpleaños, llamadas producidas por céntimos sobrantes del Plan Habla Mas o las pocas ganas de dormir, al fin llegó ese día con el que tanto…no digamos soñé, sino mas bien esperé luego de las largas esperanzas de volvernos a ver. “Ya llego, ya llego“me decía y aunque sabía que eso era prácticamente imposible nunca desechamos completamente la oportunidad. El MSN fue el cómplice, acordamos en encontrarnos cuando yo viajara y aprovechar la ocasión para ponernos al tanto de lo que pasamos en todo este tiempo.
Dicen que traer de vuelta tu pasado es peligroso, es un arma de doble filo que puede causarte grandes decepciones porque la gente cambia, pero que teníamos que perder, si tampoco tan bien, lo que se dice BIEN no nos conocíamos, apenas y habíamos podido coincidir dos veces en el mismo lugar y conversado de cosas muy poco trascendentales, al menos de algo que si en ese espacio y tiempo consideré importante, ahora por motivos de memoria limitada, desvanecimiento o simple selección natural ya olvidé.

* Otra vez cometo lo mismos errores de la anti-narración: estilo coloquial y apreciaciones personales interfiriendo en la prosa descriptiva. Damacamelia céntrate en los personajes, sus acciones y en los hechos en sí.
Retomando…

Llegaron las diez de la noche, hora pactada para el gran reencuentro, mi celular se había quedado sin batería y no había manera de saber si él daría con el lugar donde estaba o si siquiera andaba cerca de ahí.
Luego de emitido el ultimo suspiro de mi aparato telefónico me apresuré a buscar a mi hermano que dependiendo de su cercanía, estado y humor contribuiría con mi feliz desenlace, “Vaca tráeme mi cargador” le dije preocupada, mi amigo de borrosa faz estaba por llegar y no tenía forma de avisarle que no estaba en el sitio donde quedamos, me había movido a otro dentro de unos instantes mas animado.
Baje las gradas de la casita y busqué por ambos lados, a mi hermano o a mi amigo, no podía dar señas porque ni yo entendía como llegar, en conclusión estaba perdido; un ligero miedo me corrió por el cuerpo, manifestado con un suspiro que fue de mi garganta a la boca del estomago “chucha no están…” me dije en plan mortificado pero no avancé mas por temor a perderme también. Subí acongojada e intenté sin resultado favorable resucitar a Carolino: mi celular. Pero el alma me volvería al cuerpo segundos después cuando mi prima dijo “Te buscan ahí abajo; mi cuñada dice que tu amigo esta mas o menos“. “No puede ser él” me dije “el ni siquiera esta mas o menos, ¿o si?”.


Continuará...